Primero la cartelería con los nombres de los dulces. Para esto me ayudó como siempre, mi amiga Ruth, la scrapera. Me fui a su casa y buscamos la forma de las tarjetas, los colores más adecuados ... Me dió ideas y consejos a cual mejor, como se ve en las tarjetas al lado, para que se vea la diferencia considerable de hacer algo tan sencillo como entintar los bordes o no. Abajo las tarjetas ya acabadas.
También hicimos los rosetones para poner en los centros de mesa, con el nombre del niño y la fecha de la comunión.
Primero lo iba a poner sin nada, pero quedaba muy soso, y la verdad es que el rosetón con el filo de los mismos colores que la comunión quedan mucho mejor.
Este es el centro para la mesa dulce.
La mesa dulce llevaba tarta, cupcakes, cake pops y galletas.
Este es el resultado de la mesa una vez colocados todos sus elementos.
Lo primero que hicimos al llegar fue vestir las mesas y sillas con sus manteles y fundas para luego pasar a poner los elementos decorativos que llevaba: los caminos de mesa, los adornos de las sillas, los centros de las mesas y los adornos del techos de las carpas. Como ven en esta ocasión el motivo de la fiesta eran los rosetones, que han sido hechos todos a mano, para que pudieran ser en los colores y tamaños que queríamos.
Por supuesto en las mesas también había que poner los platos, vasos, y cubiertos, en este caso metidos en sus servilletas.
El jardín de esta casa la verdad es que por si mismo ya es precioso, así que no necesita mucho adorno, la verdad.
Un detalle de cómo quedaban los centros en las mesas.
Los rosetones de las sillas nos dieron un poco de lata, porque se metió mucho calor y la cinta de doble cara no aguantó muy bien, así que al final, aunque no quedaba tan estético, grapamos los rosetones a la cinta que envolvía las sillas.
La verdad es que fue mucho el trabajo, tanto de los días anteriores como del momento del montaje, pero valió la pena si a todo el mundo le gustó.
Todo está precioso. Muy elegante a la vez que moderno. Los adornos apropiados para la ocasión sin necesidad de regargar y los colores atractivos, combinándolos acertadamente con el blanco que corresponde a la ceremonia.
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