Otro motivo por el que la tarta es distinta, es porque la mamá de Patri y Emma nos pidió que cada uno de los pisos fuera de distintos sabores: el de abajo, era para los papás que venían al cumpleaños, y era de limoncelo. La había probado en unas muestras que hicimos de cupcakes y le había encantado, así que quiso que fuera así para los padres. Es una adaptación de la receta de Objetivo: Cupcake Perfecto, que es buenísima, pero me gusta más el bizcocho que hacemos nosotros. Ya pondré la receta.
El piso de arriba era el de los niños, y era de vainilla, relleno de ganaché de chocolate y crema catalana, con almíbar de naranja y canela.
Los comentarios de los padres fueron que les gustó muchísimo. Y los de las niñas, los oímos en directo pues estaban por allí mientras la montabamos y Patri nos dijo que era la tarta con la que había soñado. Ni que decir tiene que se nos cayó la baba y valió la pena todo el trabajo.
La parte mala de esta tarta, de nuevo el calor, por eso está tan brillante. El fondant sudaba todo el tiempo y nosotras también. Y eso que hasta nos cogió un chaparrón pero es que la temperatura no baja de 23-25º. Por favor, que empiece el otoñó yaaaaaaa!
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