Con lo que a mi me ha gustado siempre este juego de legos. Me acuerdo que me metía en el cuarto que tenía para nosotros, los nietos, en casa de mi abuela, y me pasaba horas montando casitas de lego con todos sus accesorios dentro, que los hacía también de piezas, porque entonces no venían los accesorios hechos como ahora. Y lo mejor, era cuando salía corriendo por aquel pasillo largo para llegar a donde estaba mi abuela para enseñarle mi última creación, y ella dejaba lo que estuviera haciendo para sentarse conmigo a contemplar mi obra y que se la explicara. Me encantaba esa sensación de ser escuchada como si fuera lo más importante del mundo. Hoy en día aún puedo disfrutar de mi abuela con 92 años y doy gracias todos los días, porque afortunadamente está como una puncha y mi hija está pudiendo disfrutar de ella también y también a ella, la escucha cuando le enseña sus construcciones de lego.
En fin, que me pierdo en recuerdos. Pues con todo lo que me gusta esta sí que ha sido una de esas tartas de sangre, sudor y lágrimas. Me
ha pasado toda la semana preparando piezas de lego, haciendo todo a mano
y una a una. Un curro de mucho cuidado, pero bueno, el resultado final, me ha gustado y sobre todo al papá de Antonio, que ha prometido mandarme un mensajito de qué le pareció al cumpleañero.
Por último, también pusimos las palabras Feliz Día "con piezas de lego".
En fin, al final el trabajo vale la pena, pero cuando la acabé me metí en la cama rendida.
Por cierto, la tarta es de crema de chocolate y crema pastelera.
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