El niño mayor de una de mis mejores amigas (Pili) hacía su primera comunión, y me hacía mucha ilusión hacerle unas galletas para este día. Otra de nuestras amigas (Ruth) es una artista de scrapbooking (
Mi pequeño rincón de scrap) y le iba a hacer los recordatorios, pero esta amiga es una lianta y yo que me dejo liar con facilidad, pues eso, que me lió para que le hicieramos una mesa de chuches. Como teníamos poco trabajo con nuestras cosas y los regalos que habíamos ofrecido, pues anda, una mesa de chuches.
La mesa fue un regalo sorpresa, no sabían que la ibamos a poner, así que además tuvimos que andar a escondidas. El resultado nos gustó mucho, pero con el trabajo que lleva, sólo se justifica que la hayamos hecho porque queremos mucho a David y a Pili.
Los adornos de las galletas eran de fondant y con los colores que el niño había elegido para su ropa de comunión, que eso sí que fue una sorpresa, porque el niño que es medio hippy quiso ir ¡¡¡¡ de almirante!!!! a la madre casi le dió un sincope cuando se lo dijo, y nosotras no salíamos de nuestro asombro. Además todo en azul y plata. ¡Dios! ¡Qué sobrio es este niño!
La mitad de las galletas eran redondas, y la otra mitad con la figura de un niño vestido como David.
Cada una de las galletas iba embolsada y con la etiqueta con la fecha y el nombre de David. La misma forma y color de etiqueta la pusimos en todos los elementos de la mesa de chuches.
Las dos bandejas de galletas preparadas para llevar.
La noche anterior al día de la comunión, nos fuimos al restaurante y nos dejaron montar la mesa.
La mesa montada con los recordatorios que hizo Ruth en primer plano, tal y como los eligió David, las galletas, los tarros de gominolas, otro tarro de pastillas de chocolate y los dos árboles uno de nubes y otro de chupetes. Los banderines también los hizo Ruth.
Nuestra mayor satisfacción es que la mesa gustó mucho, aunque la verdad es que las chuches se las comieron más los adultos que los niños.